La
organización escolar:
La primera
cuestión importante que surge al plantearnos la programación escolar más
adecuada para el desarrollo de los aprendizajes escolares del niño sordo es
el tipo de escuela en la que el alumno va a ser escolarizado:
una escuela ordinaria de integración, con sus diversas
posibilidades, o una escuela específica para sordos. Sin
embargo, esta primera decisión es solamente una de las que deben realizarse en
relación con el programa educativo más adecuado para el desarrollo del niño
sordo. Las importantes diferencias que existen entre los alumnos sordos
exigen una consideración diferencial e individualizada de sus necesidades y,
por tanto, del currículum escolar correspondiente. Sin duda, aquí se encuentra
una de las claves de las posibilidades de progreso en los aprendizajes
escolares del alumnosordo: la aceptación consecuente de la organización
escolar, los objetivos y métodos pedagógicos, las ayudas proporcionadas, la
distribución de materias y el horario escolar, etc., tiene que adaptarse a los
niveles de cada alumno, a sus posibilidades de aprendizaje en cada momento. La
decisión a favor de la integración exige un proyecto educativo y encierra en sí
misma la necesidad de ir estableciendo la forma específica en la que va a
concretarse esa integración para cada uno de los alumnos sordos escolarizados.
Ciertamente,
la finalidad de la educación es la misma en todos los casos: favorecer el
desarrollo personal, emocional, intelectual y lingüístico, la interacción
social con los otros, el conocimiento de la sociedad y de las personas y
proporcionar las habilidades necesarias para poder incorporarse de la forma más
activa y autónoma posible al mundo de las relaciones personales, del trabajo y
de la sociedad. Son estas, en resumen, las metas más importantes que persigue
todo proyecto educativo, teniendo siempre en cuenta las posibilidades concretas
de cada sujeto. Sin embargo, lo que debe también incorporar cualquier proyecto
educativo son los objetivos más específicos, las formas concretas en las que se
pueden descomponer aquellas metas generales para que puedan ser alcanzadas, los
métodos de enseñanza o estrategias educativas que posibiliten, a su vez,
alcanzar estos objetivos. Y los objetivos y los medios, los contenidos y la
metodología, el qué y el cómo deben acomodarse a las características de los
alumnos sordos, adaptarse a sus posibilidades específicas, incidir en aquellas
habilidades que con mayor seguridad pueden favorecer todo el desarrollo y el
aprendizaje. Por todo ello, el currículum y los programas de trabajo no deben
ser homogéneos, iguales para todos los alumnos de una clase, ni siquiera
iguales para los alumnos sordos integrados en la misma clase, sino que deben
responder a las peculiaridades específicas de cada alumno.
El papel
del maestro de apoyo especialista en la educación del niño sordo:
En la gran
mayoría de los casos, la integración del niño sordo requiere
la presencia de un maestro especialista de la educación del niño sordo que
colabore con el maestro dentro del aula de integración para favorecer el
progreso del niño y su aprendizaje.
Hay en esta
primera afirmación un aspecto que merece destacarse: la necesidad de que el
maestro de apoyo sea un especialista en la educación del sordo.
Esto supone un conocimiento del desarrollo del niño, de sus procesos
de aprendizaje y de los métodos más adecuados para que adquiera el lenguaje
oral.
Igualmente
debe tener competencia suficiente para utilizar los medios de expresión y
comunicación que se ajusten mejor a sus posibilidades. Esta preparación
específica del maestro de apoyo para colaborar con éxito en el desarrollo del niño
sordo incluye también el conocimiento del lenguaje de signos. Parece
razonable que entre las habilidades que debe poseer el maestro de apoyo o el
logopeda que trabaja directamente con el niño, para ayudarle a
resolver los problemas que encuentra en clase o hacerle más
fácil la comprensión de lo que se transmite en el aula, esté el conocimiento
del lenguaje propio de los sordos. Esto no quiere decir que este lenguaje deba
ser utilizado necesariamente con el niño sordo. Dependerá en cada
caso de las posibilidades educativas del niño y de la mayor o
menor necesidad de emplear varios sistemas de comunicación con él. La decisión
más adecuada depende también de la historia comunicativa den niño y
del proyecto pedagógico del centro en relación con la integración del niño
sordo. Otro de los puntos que suscitan discusión es el de la forma concreta
de llevar adelante el apoyo que el niño necesita. De nuevo
aquí hay que comenzar señalando que depende de las características delniño y
de sus posibilidades comunicativas y de aprendizaje. No obstante, es posible
indicar situaciones más diferenciadas: ayudando al maestro tutor o trabajando
fuera de la clase en el aula de apoyo o aula de logopedia.
En la primera
situación, la colaboración puede a su vez adoptar diversas modalidades. En unos
casos, el maestro de apoyo necesita y prepara materiales, información,
textos..., para que el tutor los utilice en clase con el niño sordo.
En otros casos, puede trabajar directamente con elniño sordo,
explicándole los temas que se han suscitado, clarificándole interrogantes y
presentándole un plan de trabajo más adaptado al nivel del niño sordo.
Finalmente puede también realizar su tarea con un grupo de alumnos entre los
que está el niño sordo. De esta forma, no sólo explica la
información, sino que al mismo tiempo puede impulsar, canalizar y facilitar la
comunicación y el intercambio en el trabajo entre alumnos oyentes y el alumno o
alumnos sordos. Esta modalidad grupal, incluso cuando se realiza fuera de
clase, tiene un enorme valor pedagógico y contribuye a favorecer la integración
del niño sordo.
En la segunda
situación, el maestro de apoyo trabaja con el alumno fuera de la clase, en el
aula especializada o de apoyo. Normalmente este trabajo se centra en la
adquisición y desarrollo del lenguaje y/o en el aprendizaje de materias que son
difícilmente asimilables con los compañeros oyentes. Aquí también la
organización del trabajo puede ser individual o en pequeño grupo.
Las distintas
modalidades que se han indicado de forma esquemática no deben entenderse como
excluyentes. Por el contrario, en gran número de alumnos sordos integrados es
muy positivo que la labor se realice tanto dentro del aula como en el aula de
apoyo, variando el tiempo en una o en otra en función del nivel y de las
posibilidades del niño sordo.
Lenguaje
oral en el niño sordo:
La adquisición
del lenguaje orla es una tarea larga y difícil para el niño sordo,
que exige unos esfuerzos constantes. Durante los primeros años, el niño no
encontrará la misma satisfacción que el oyente en el hecho de hablar, ya que su
lenguaje será aún muy pobre y le entenderán muy pocas personas. Durante estos
años se servirá del lenguaje oral para pedir cosas, pero difícilmente para
expresar sus sentimientos, sus dudas... Estas dificultades refuerzan el
planteamiento de facilitar el aprendizaje del lenguaje oral en situaciones de
juego, que motiven al niño, y en los que encuentre alguna
compensación a sus esfuerzos.
La pérdida
auditiva del niño sordo, y su consiguiente imposibilidad de
percibir la mayoría de los sonidos, obliga a tener en cuenta un conjunto de
normas elementales de comunicación. Por delante de todas ellas hay que tener
siempre presente que la comunicación supone intercambio, atención compartida y
referencia conjunta. Cualquier programa para el desarrollo de la comunicación y
del lenguaje debe estar basado e estos prerrequisitos:
1) Lo más
importante es que el niño nos mire a la cara cuando hablamos,
que vea nuestro rostro. Esto debe conseguirse sin obligarle; debe ser la
expresión, la mirada, la mímica corporal, los gestos faciales..., los que
lleven al niño a buscar nuestra cara durante la comunicación.
Si queremos dirigir su mirada orientando su cara con nuestra mano cada vez que
queramos hablarle, es muy probable que con el tiempo esto le resulte
desagradable y que, a la larga, se produzca un bloqueo en la mirada. Esto no
quiere decir que no podamos recurrir a tocarle en el cuerpo o incluso en la
cara suavemente, cuando queramos indicarle que la vamos a decir algo, lo mismo
que los niños oyentes les llamamos por su nombre para que nos atiendan. Dada la
importancia de que el niño mire a su interlocutor (lectura
labial), la situación ideal de nuestra comunicación es cuando nos mira de forma
espontánea.
2) Nuestro rostro
debe estar frente al del niño, no de lado ni ligeramente ladeado,
con el fin de facilitar la lectura de los labios. La mejor situación es que
nuestro rostro esté a la altura de los ojos del niño, por lo que el
adulto debe adaptarse para conseguir este objetivo en los intercambios
comunicativos.
3) Hay que
procurar no hablar deprisa, fundamentalmente para que el niño pueda
apreciar mejor el movimiento de los labios, pero sin que una excesiva lentitud
dificulte la percepción de cada palabra como una totalidad, ni la secuencia de
palabras.
4) Hay que
vocalizar claramente, pero sin exageración, ya que se puede llegar a deformar
la articulación y el movimiento de los labios en el intento de facilitar la
lectura labial.
5) No hay que
utilizar una comunicación excesivamente reducida. Hay que emplear frases
sencillas, pero completas. No utilicemos nunca un estilo telegráfico;
proporcionaremos al niño modelos gramaticales sencillos,
fundamentales para la construcción del lenguaje.
6) Hay que
hacerse entender, darle al niño todas las pistas posibles
-gesticulación, mímica, etc.- que le ayuden a comprendernos y a conectar con
él. Si nuestro rostro no sugiere nada el sordo dejará de
atenderlo.
En general, se
trata de ser expresivos, y para ello hay que recurrir a todos los medios: hay
que comunicarse con los labios, con las manos, con los ojos, con todo el
cuerpo.
La lectura
labial:
La lectura
labial es la habilidad de llegar a entender un lenguaje a través del movimiento
de los labios. Es, pues, un método visual, imprescindible para que el niño
sordo pueda comprender la comunicación oral. La lectura labial es una
tarea difícil. Complicada, lenta y relacionada principalmente con el
conocimiento previo que tengamos del lenguaje.
El entrenamiento
de la lectura labial:
Lo primero es
cumplir las normas de comunicación que señalábamos anteriormente, a la vez que
entrenamos al niño a que fije su intención en los labios.
La lectura
labial no es una habilidad que entrene sólo el especialista, sino que es algo
que todos los implicados en el proceso educativo delniño deben
tener en cuenta y favorecer, ya que las mejores situaciones para practicar la
lectura labial son las cotidianas y naturales, a través de los intereses del niño,
cuando observamos que está receptivo, etc. Especialmente son los padres
quienes, teniendo la necesidad de comunicarse con su hijo, y porque disponen de
más tiempo para estar a su lado, deben ejercitar este apartado.
Lo principal
es hablarles una y otra vez de las mismas cosas, hablarles de la “luz”, cuando
la encendemos, cuando la apagamos, cuando un juguete tiene una luz
intermitente... Cualquier momento es bueno para practicar, sin forzar. Le
hablaremos sobre los objetos utilizados mientras se le baña, mientras come, de lo
que vemos mientras paseamos por la calle, el zoo, el campo... Estas situaciones
son tanto o más útiles que las situaciones concretas de trabajo.
Mecanismos
que facilitan la lectura labial:
Ni el niño
sordo ni nadie podrá leer en los labios una palabra que no conoce.
Además sólo
por lectura labial es difícil que el niño sordo aprenda a
hablar ni a entender el lenguaje. Por tanto, lo primero que tenemos que lograr
es que adquieran un vocabulario, para que posteriormente lo puedan leer en los
labios.
Para conseguir
este objetivo es necesario utilizar todos los recursos que tengamos, y sean más
accesibles para hacer llegar nuestro mensaje al niño sordo:
1) Pistas
visuales: hay que apoyarnos, al principio, en todas las pistas perceptivas de
que dispongamos para que vaya conociendo las palabras, y vaya asociando un
determinado movimiento de los labios con una palabra. Cuando le hablemos de la
silla señalémosla, mostremos distintas fotos de sillas, hagámosle un dibujo...
2) Contexto
natural: presentémosle las palabras dentro de un contexto familiar, cotidiano.
Hablémosle del peine cuando lo tiene en la mano y se está peinando; del vaso
cuando está bebiendo.
3) Utilización
de la mímica: podemos acompañar la palabra con un gesto natural, o un signo. El niño adquirirá
primero el vocabulario a través de la mímica, y a la vez comenzará a asociar un
determinado movimiento de los labios con un determinado gesto o mimo.
El lenguaje
de signos en la práctica educativa:
En la práctica
educativa, tanto maestros como especialistas pueden utilizar el lenguaje
bimodal fundamentalmente como sistema de comunicación con el niño.
Esto nos
permite hacer más natural la relación con él, ya que es posible comentar y
expresar muchas más situaciones. Así mismo, el niñopodrá expresarse
con mayor precisión y amplitud.
Aunque se
pretende que la adquisición de los signos sea natural, es interesante utilizar
algunos signos de manera más sistemática, especialmente aquellos que se
refieren a nociones fundamentales que pueden plantear más dificultades al niño
sordo:
1) Nociones
espaciales (dentro, donde, fuera, debajo...)
2) Nociones
temporales (cuando, después, pronto, rápido, despacio...)
3) Nociones
causales (porque, para...)
4) Categorías
(tamaños, colores, formas...)
5) Preguntas
concretas (qué hace, quién, cuántos...)
En general, el
lenguaje de signos permite el desarrollo de actividades que sería muy difícil
llevar a cabo con una comunicación exclusivamente oral:
1) Contar
cuentos y secuencias lógicas de acción.
2) Planificar
el juego, o las actividades que se van a hacer.
3) Comentar y
recordar lo que se hizo el día anterior.
4) Explicar lo
que sucede, por qué hay que hacer unas cosas y otras no.
5) Etcétera
Mapa
Conceptual:
·
Lo primero que hay que decidir, es la escuela a
la que acudirá el niño (ordinaria de integración o una escuela específica para
sordos).
·
Los niños sordos exigen una atención
individualizada.
·
La aceptación de la organización escolar,
objetivos y métodos pedagógicos, ayudas, horarios… son posibilidades de
progreso en el aprendizaje.
·
La finalidad de la educación es: favorecer el
desarrollo personal, emocional, intelectual y lingüístico, conocimiento de la
sociedad, habilidades para integrarse en la sociedad en general.
·
El currículum y los programas de trabajo deben
ser específicos de forma individual; ya que cada niño tiene unas necesidades
diferentes al resto.
·
La integración de un niño sordo requiere la
atención de un maestro especializado en el aula, que colabore y le ayude.
·
Es importante que este maestro conozca el
lenguaje por signos, ya que de este modo podrá atender de un modo más adecuado
al niño, a la vez de facilitarle el aprendizaje, la comunicación...
·
La adquisición del lenguaje oral es difícil para
el niño sordo. Su lenguaje será muy pobre y pocas personas le entenderán.
·
Cuando hablamos es importante que el niño mire
nuestro rostro (mirada, los gestos, las expresiones faciales…), nuestra cara
debe estar enfrente de la suya, no de lado; procurar hablar despacio para que
pueda entendernos, vocalizar claramente, utilizando frases sencillas
ayudándonos de mímica, expresiones corporales…
·
La lectura labial, es un modo de poder
comprendernos a través de la comunicación con un niño sordo.
·
Con habilidad debemos repetirle muchas veces el
nombre de los objetos, contándole para que sirven, insistiendo en las palabras…
de modo que ofrezca su atención en nuestros labios.
·
Si el niño no conoce una palabra no la podrá
leer en nuestros labios, por eso es necesario que vayamos dándole conocimientos
sobre los conceptos señalándolos por ejemplo, y a través de expresiones o
mímica.
·
Hablar a través de signos le dará mayor libertad
al niño para comunicarse.
Reflexión:
En mi opinión,
creo que los niños con déficit auditivo deberían acudir a centros
especializados, donde tuvieran la oportunidad de compartir con otros niños con
problemas similares, diferentes situaciones y sobretodo un aprendizaje. Pero
por otra parte, también creo que tienen derecho a acudir a escuelas ordinarias
si lo desean, siempre y cuando tengan alguna ayuda específica individualizada,
ya que como es lógico no tendrán las mismas facilidades que un niño
completamente sano.
Creo que es
importante que el niño sordo reciba unos aprendizajes propios para sus
necesidades. Como he redactado antes el lenguaje a través de la expresión
labial es muy importante, pero con el lenguaje de los signos es mucho más fácil
comunicarse con los niños con estos déficit. Con el lenguaje de signos les
resulta mucho más fácil expresarse y “hablar” que a través de los labios.
Me parece muy
buena idea que cada niño sordo pueda tener un maestro especial para resolver
problemas, y que pueda atenderle de forma individual.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario